

Sola Scriptura Sola Fide Sola Gratia Solus Christus Soli Deo Gloria
Que Creemos
En primer lugar, declaramos que creemos en la Biblia, sosteneniendo que es la palabra de Dios revelada, infalible, inerrante, suficiente y nuestra unica regla de fe y prÔctica; Ademas por causa del relativismo y como un apoyo en las controversias doctrinales, adoptamos en nuestra constitución como Confesión de Fe de esta iglesia local La Segunda Confesión Bautista de Londres en 1689. Esta confesión es la expresión de lo que creemos con respecto a la Biblia y lo que esta enseña. Enseguida un breve resumen (fragmentos de la confesión) de algunas doctrinas que consideramos fundamentales.
Las Santas Escrituras
Son la Ćŗnica toda suficiente, segura e infalible regla del conocimiento, fe y obediencia salvadoras. Aunque la luz de la naturaleza y las obras de creación y de la providencia manifiestan la bondad, sabidurĆa, y poder de Dios, de tal manera que los hombres quedan sin excusa, sin embargo, no son suficientes para dar aquel conocimiento de Dios y de su voluntad que es necesario para la salvación...
La autoridad de las Santas Escrituras,; por la que ellas deben ser creĆdas y obedecidas, no depende del testimonio de ningĆŗn hombre o iglesia, sino enteramente del de Dios (quien en si mismo es la verdad), el autor de ellas; y deben ser creĆdas porque son la palabra de Dios...
La regla infalible para interpretar la; Biblia, es la Biblia misma, y por tanto, cuando hay dificultad respecto al sentido verdadero y pleno de un pasaje cualquiera (cuyo significado no es múltiple, sino uno solo), éste se puede buscar y establecer por otros pasajes que hablan con mÔs claridad del asunto...
El Decreto de Dios
Dios desde la eternidad, por el sabio y santo consejo de su voluntad, ordenó libre e inalterablemente todo lo que sucede. Sin embargo, lo hizo de tal manera, que Dios ni es autor del pecado ni comparte con los pecadores la responsabilidad del pecado ni hace violencia a la voluntad de sus criaturas, ni quita la libertad ni contingencia de las causas secundarias sino mÔs bien las establece. En todo esto se manifiesta la sabiduria divina al igual que su poder y fidelidad para efectuar aquello que se ha propuesto.
Por el decreto de Dios y para la manifestación de su propia gloria, algunos hombres y angeles son predestinados (o pre-ordenados) a vida eterna por medio del Señor Jesucristo, para la alabanza y gloria de su gracia. A los demÔs, él ha dejado para que sean condenados en sus pecados, para la alabanza de su gloriosa justicia.
La Salvación por Gracia en Jesucristo expresada en el Evangelio
Agradó a Dios en su propósito eterno, escoger y ordenar al SeƱor Jesucristo, su unigĆ©nito Hijo, de acuerdo al pacto en el cual habĆan entrado, para que fuese el mediador entre Dios y el hombre, como tal, Ć©l es profeta, sacerdote y Rey, el Salvador y cabeza de su Iglesia, el heredero de todas las cosas, y juez mundo; desde la eternidad le dió Dios un pueblo para que fuese su simiente y para que a su debido tiempo lo redimiera, llamara, justificara, santificara y glorificara...
La revelación del evangelio a los pecadores, es meramente por la voluntad soberana y el beneplÔcito de Dios... Por tanto, en todas las épocas, la predicación del evangelio ha sido concedida a personas y naciones, en cuanto a su extensión o restricción, con gran variedad, según el consejo de la voluntad de Dios.
La Justificación por Fe
A quienes Dios llama eficazmente, también justifica gratuitamente, no infundiendo justicia en ellos sino perdonÔndoles sus pecados, y contando y aceptando sus personas como justas; no por nada obrado en ellos o hecho por ellos, sino solamente por causa de Cristo; no imputÔndoles la fe misma, ni la acción de creer, ni ninguna otra obediencia evangélica como justicia; sino imputÔndoles la obediencia activa de Cristo a toda la ley y su obediencia pasiva en su muerte para la completa y única justicia de ellos por la fe, la cual tienen no de sà mismos; es don de Dios...
El Arrepentimiento y la Fe
Este arrepentimiento para salvación es una gracia evangĆ©lica por la cual una persona a quien el EspĆritu hace consciente de las mĆŗltiples maldades de su pecado, mediante la fe en Cristo, se humilla por Ć©l con una tristeza que es segĆŗn Dios, abominación de Ć©l y aborrecimiento de sĆ mismo, orando por el perdón y las fuerzas que proceden de la gracia, con el propósito y empeƱo, mediante la provisión del EspĆritu, de andar delante de Dios para agradarle en todo.
Puesto que el arrepentimiento ha de continuar a lo largo de toda nuestra vida, debido al cuerpo de muerte y sus inclinaciones,' es por tanto el deber de cada hombre arrepentirse especĆficamente de los pecados concretos que conozca...
La gracia de la fe, por la cual se capacita a los elegidos para creer para la salvación de sus almas, es la obra del Espfritu de Cristo en sus corazones, y habitualmente se realiza por el ministerio de la Palabra; por la cual, junto a la administración del bautismo, la Cena del Señor, la oración y otros medios designados por Dios, esa fe aumenta y se fortalece...
Esta fe, aunque sea diferente en grados y pueda ser dĆ©bil o fuerte, es, sin embargo, aun en su grado mĆnimo, diferente en su clase y naturaleza (como lo es toda otra gracia salvadora) de la fe y la gracia comĆŗn de aquellos creyentes que sólo lo son por un tiempo; y consecuentemente, aunque muchas veces sea atacada y debilitada, resulta, sin embargo, victoriosa, creciendo en muchos hasta obtener la completa seguridad, atravĆ©s de Cristo, quien es tanto el autor como el consumador de nĆŗestra fe.
La Iglesia
Todas las personas en todo el mundo que profesan la fe del evangelio y obediencia a Dios por Cristo conforme al mismo, que no destruyan su propia profesión mediante errores fundamentales o conductas impĆas, son y pueden ser llamados santos visibles; y de tales personas todas las congregaciones locales deben estar compuestas...
La Cabeza de la Iglesia es el SeƱor Jesucristo, en quien, por el designio del Padre, todo el poder requerido para el llamamiento, el establecimiento, el orden o el gobierno de la Iglesia, estƔ suprema y soberanamente investido...
La Santificación
Aquellos que son unidos a Cristo, llamados eficazmente y regenerados, teniendo un nuevo corazón y un nuevo espĆritu, creados en ellos en virtud de la muerte y la resurrección de Cristo, son aĆŗn mĆ”s santificados de un modo real y personal, mediante la misma virtud, por su Palabra y EspĆritu que mora en ellos; el dominio del cuerpo entero del pecado es destruido, y las diversas concupiscencias del mismo son debilitadas y mortificadas mĆ”s y mĆ”s, y ellos son mĆ”sy mĆ”s vivificados y fortalecidos en todas las virtudes salvadoras, para la prĆ”ctica de toda verdadera santidad, sin la cual nadie verĆ” al SeƱor...
El Juicio Final
Dios ha establecido un dĆa en el cual juzgarĆ” al mundo con justicia por Jesucristo, a quien todo poder y juicio ha sido dado por el Padre. En aquel dĆa, no sólo los Ć”ngeles apóstatas serĆ”n juzgados, sino que tambiĆ©n todas las personas que han vivido sobre la tierra comparecerĆ”n delante del tribunal de Cristo" para dar cuenta de sus pensamientos, palabras y acciones, y para recibir conforme a lo que hayan hecho mientras estaban en el cuerpo, sea bueno o malo.